
Gente a la que encontramos en el trekkin por las montañas
En la primavera del año 2015 recorrí durante un mes parte del inmenso país llamado Etiopía.
Era mi segunda incursión en el África negra y el listón había quedado muy alto tras mi viaje, en 2013, de dos meses por Sudáfrica, Mozambique y Malawi. En aquel viaje quedé maravillado, sobre todo con mis vivencias en Mozambique, donde recorrí zonas nada turísticas y me mezclé con los locales como pocas veces logré en mis anteriores viajes por el mundo.
Ahora le tocaba el turno a Etiopía, mi objetivo original en 2013 pero que el destino quiso que postergara.
En cuatro semanas seguí un itinerario que me llevó a las ciudades de Addis Abeba, Bahir Dar y el lago Tana, Gondar, Debark, las montañas Simien, Shashemene, Dodola y sus montañas y Awassa, con su lago homónimo. A finales de abril decía adiós a la capital para regresar a España.
Aunque reconozco que las experiencias vividas en Mozambique superaron a las que encontré en Etiopía, el viaje fue una prueba física y psicológica y durante el mismo aprendí mucho sobre los etíopes y su personalidad, además de descubrir un bello país, incluso en su época más árida del año.
Lo vivido en Etiopía lo resumiría en los siguientes puntos
Gentes nobles, bellas y orgullosas

Duro hombre del norte de Etiopía