Al llegar al primer mercado, una mujer me habrá visto la cara de dormido que llevaba encima y se acercado con su barca y me ha ofrecido un buen café. Entonces si, mi mente se ha clareado un poco mas y he empezado a disfrutar de este espectáculo de barcas, frutas, verduras, pescados, carnes, colores por todos lados, barcas por todos lados pregonando su mercancía.
Dentro del descontrol de tanta barca chocándose entre si todo parecía tener un ritmo lento, agradable, casi cansino y cualquier pescadera española hubiera estado fuera de lugar ya que nadie daba gritos para vender su mercancía.
Hemos vuelto por uno de sus infinitos canales, contemplando como las mujeres lavaban la ropa con su característica pose a horcajadas, los niños bañándose en el río y todo bajo un espeso manto de jungla que nutre y da vida en este espectacular delta.
Al llegar al pueblo de nuevo, Guido ha probado serpiente al curry y la verdad que no estaba nada mal!